Videojuegos durante la Covid-19: Beneficios y riesgos.
Las restricciones a la movilidad estos días está haciendo que el consumo de videojuegos durante la Covid-19 sea significativo. A la falta de movilidad sumamos la percepción del exterior como un entorno peligroso entendemos mejor el crecimiento enorme en el número de usuarios de videojuegos en todo el mundo. En Dyadis Psicología en Atocha queremos dedicar unas líneas para analizar los beneficios y los riesgos que nos aportan, pero antes hablemos de los datos.
Si recurrimos a las estadísticas, podemos ver como la plataforma de retransmisión y streaming de videojuegos Twitch registró un crecimiento del 50% entre marzo y abril. Steam, la plataforma para PC y consolas más popular de venta de videojuegos alcanzó los 20 millones de usuarios durante marzo. Fortnite sin ir más lejos, uno de los juegos más populares desde hace unos años, tuvo más de 12 millones de visitas simultáneas y 3200 millones de horas de juego contabilizadas en abril.
La gigantesca industria de los videojuegos ha crecido de manera clara durante los últimos meses. Por ejemplo, en Australia durante la semana del 16 al 22 de marzo, las ventas de videoconsolas y juegos aumentaron un 285%. En China, primer país en controlar la propagación del virus, la industria de los videojuegos creció un 49% durante el primer trimestre del año.
¿Qué tipo de juegos están siendo los más jugados?
Aunque el consumo de videojuegos es muy diverso y existe una oferta extremadamente grande y variada, la tendencia muestra que el crecimiento de los videojuegos que admiten experiencia multijugador ha sido mayor. Resulta manifiesto que en esta situación de aislamiento y distanciamiento social buscamos otras formas de interacción interpersonal. En la actualidad, los videojuegos no solo son una forma de escape del mundo real, sino también una forma de compartir una sub-realidad con otras personas.
¿Cómo nos sentimos durante la Covid-19?
Una forma de acercarnos a este interrogante es pensando en la Teoría de la autodeterminación. En ella se plantean tres necesidades psicológicas básicas para la salud mental:
- Autonomía: Capacidad para tomar decisiones, actuar de acuerdo con los valores propios y perseguir metas propias. No indica la búsqueda del aislamiento, sino que podamos fijar un rumbo propio.
- Competencia: Sentimiento de suficiencia cuando se afrontan problemas que requieren solución. Es la esperanza de que se pueden superar las cosas y que somos capaces de ello.
- Relación: Tener la experiencia de estar conectado de manera directa y profunda con los demás, compartiendo un espacio físico o un estado psicológico. Necesidad básica que se desarrolla con el apego.
Las personas necesitamos satisfacer estas necesidades básicas para alcanzar cotas de bienestar y motivación. La necesidad de protegernos a nosotros y nuestras personas cercanas se ve obstaculizada, rodeada de miedo, ansiedad y angustia, lo que en muchos casos se ha traducido en insomnio, irritabilidad e irascibilidad. El sentimiento de competencia y autonomía para emprender nuevos proyectos, tanto en lo laboral como en lo personal, ha quedado congelado en el tiempo, mientras el distanciamiento social ha mermado nuestro sentido de relación.
Conectarse con los demás nos ayuda a regular nuestras emociones, afrontar situaciones estresantes y desarrollar resiliencia. Por el contrario, el aislamiento social y la pérdida de redes de apoyo son un indicador claro que aumenta el riesgo de padecer problemas de toda índole: salud mental, inmunológica y cardiovascular. Afortunadamente, la tecnología puede satisfacer, al menos parcialmente, estas necesidades.
¿Cómo pueden ayudar los videojuegos?
Cuando tomamos decisiones ejercemos nuestra autonomía y ponemos en juego nuestra libertad. Para muchas personas los videojuegos suponen esa forma de experimentar tal sensación. Además, cuando la persona está inmersa en una historia o una ambientación significativa para ella, adquiere la percepción de participar de algo más grande, superar desafíos, obtener recompensas y progresar. Toda una descarga de dopamina.
Cuando se juega con amistades o con personas desconocidas inclusive, se genera una sensación de afinidad y propósito común. Ya sea competitivo o colaborativo, todos queremos pasarlo bien y ganar.
Las personas que juegan también pueden sentir una sensación de relación con los personajes virtuales, sentirse identificados o por el contrario posicionarse en contra de sus motivaciones, actos, etc. Esto genera una motivación intrínseca orientada a mejorar el sentido de competencia.
¿Qué riesgos entrañan los videojuegos?
Hace relativamente poco, en 2018, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) elaborada por la OMS, incluyó en sus páginas el trastorno por videojuegos. Cuando lo define lo hace dentro del epígrafe de “trastornos debidos a comportamientos adictivos”, caracterizado por un patrón de comportamiento de juego «continuo o recurrente» vinculado a tres condiciones negativas provocadas por el mal uso de los juegos digitales:
- Falta de control de la conducta de juego en cuanto al inicio, frecuencia, intensidad, duración, finalización y contexto en que se juega;
- Aumento de la prioridad que se otorga a los juegos frente a otros intereses vitales y actividades diarias
- Mantenimiento o escalada de la conducta a pesar de tener conciencia de las consecuencias negativas.
Según esta organización, aunque la mayoría de personas que juegan videojuegos no sufre ningún trastorno, se considera que se da un trastorno por videojuegos cuando el patrón de comportamiento es tan grave como para causar un deterioro significativo en las áreas de funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional u otras áreas importantes. Este borrador afirma que la sintomatología debe darse al menos durante 12 meses para que se asigne el diagnóstico, aunque si se cumplen todos los requisitos y los síntomas son graves, puede acortarse la duración requerida.
¿Cómo prevenirlo?
Las investigaciones han demostrado que los videojuegos pueden fortalecer las relaciones entre padres, hijos y familia cuando se utilizan en los contextos adecuados. En el caso de que los más pequeños de la casa sean fuente de preocupaciones por estos motivos, es necesario establecer reglas básicas como:
- Disfrutar de tiempo de juego solo después de las otras responsabilidades del día.
- Ofrecer un refuerzo positivo para las actividades que no consisten videojuegos.
- Controlar el tiempo de juego en una o dos máximo horas al día.
Para las personas adultas no existe un criterio estándar y universal que estipule cuánto es demasiado, pero si que podemos contar con ciertos indicadores. Uno de ellos es la susceptibilidad a desarrollar comportamientos adictivos en otros campos: compras, sustancias, situaciones, etc. Otro criterio es el grado de afectación que supone para la persona y sus relaciones personales y profesionales.
Nuestras alertas tienen que saltar cuando las horas de descanso se vean reducidas como consecuencia directa de los videojuegos, el desempeño laboral se altere (ya sea en forma de absentismo o indisposición), el entorno cercano lo perciba como un problema, haya falta de control sobre la actividad, dificultad para emprender otras tareas, se experimente síndrome de abstinencia o aparezcan conductas adictivas cruzadas como el consumo de alcohol.
Minimizar el consumo de alcohol, hacer ejercicio y descansar adecuadamente son tres grandes aliados que pueden protegernos de desarrollar un trastorno por videojuegos. Apoyarnos en las personas cercanas y comprender que existe un riesgo a veces subestimado son claves para romper una espiral muy nociva.
Conclusiones:
Los videojuegos pueden ser una buena forma de satisfacer algunas necesidades psicológicas básicas siempre y cuando se recurra a ellos con moderación. Es útil pensarlos como otra herramienta para mantenerse saludables: la gama de juegos digitales es amplia y hay muchas guías en línea para principiantes que desean comenzar.
Al mismo tiempo cabe alertar que la gran mayoría de los videojuegos están ideados y estudiados al detalle para resultar atractivos, adictivos y absorbentes. Los sistemas de recompensas, los colores, los sonidos, el nivel de frustración, la adrenalina y la historia son elementos que tiran de nosotros de manera incansable. Corremos el riesgo de ser devorados por un pozo de horas si no prestamos atención.
Si leyendo este artículo crees que puedes estar desarrollando un problema relacionado con la adicción a los videojuegos o bien tienes a alguien cercano pasando por algo así, recuerda en Dyadis Psicología en Atocha podrás encontrar al psicólogo que te ayude a retomar una vida sana y plena.