¿Cuáles son las experiencias básicas según la Psicología del Self?
La psicología del self es una teoría desarrollada por Heinz Kohut a finales del siglo pasado y continuada a día de hoy por multitud de autor@s. Desde nuestra consulta de Psicología en Atocha queremos sintetizar al máximo algunas ideas principales que nos permiten entender mucho mejor experiencias que tod@s vivimos.
Cuando hablamos de “self”, puede entenderse como «los sentimientos que una persona tiene sobre sí misma, su validez, su capacidad y el grado de bienestar y satisfacción que experimenta». Es algo que vamos construyendo desde la infancia en relación a nuestras cuidadoras y otras figuras importantes, pues los demás mantienen nuestro sentimiento de vitalidad y bienestar. Después hablaremos de «self cohesivo» que puede entenderse como autoestima o narcisismo sano.
A través de la relación con nuestro entorno vamos formando nuestro self. Lo que necesitamos, según esta teoría, son cinco tipos de vivencias llamadas “experiencias de objeto del self”.
Experiencias de especularización: Responde a la necesidad de sentirnos afirmados, entendidos o incluso admirados al mostrar algo propio. Recibe este nombre porque una persona significativa en ese momento siente placer ante nuestra presencia y funciona como un espejo que nos devuelve una valoración.
Experiencias de idealización: Durante la infancia, necesitamos tener una visión idealizada de nuestras figuras significativas. A esto lo llaman la “imago parental idealizada”, y quien cumple esa función lo denomina “objeto del self”. Sería como el paso siguiente a la especularización: ese espejo externo se idealiza para después se transformarse en algo interno.
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- No solo necesitamos de un espejo que nos devuelva una visión positiva y una figura que poder idealizar; también necesitamos poder formar parte de esa fantasía, experimentar una pertenencia con otros que nos aleje de sentirnos aislados o singulares.
- Este proceso persiste a lo largo de toda la vida ya que constantemente necesitamos de objetos del self. Sin embargo, cuanto más sana y estable sea nuestra autoestima, menor dependencia tendrá de las figuras externas.
Experiencias gemelares: Son vivencias donde presenciamos cómo alguien piensa, dice o hace algo igual que lo haríamos, de modo que nuestro self queda convalidado. Ese alguien, que desarrolla esa función, actúa como un gemelo que refuerza la convicción de que uno es bueno.
Función de confrontación benévola: Experimentamos que podemos desafiar al otro, en una discusión, en un deporte… y vemos que en esa situación de confrontación no somos aplastados. Hay una relación adversarial que al mismo tiempo nos valora y hace sentir bien; la otra persona puede ganar pero me estima.
Función de sentimiento de eficacia: Viene después de la confrontación y consiste en experimentar que tenemos la capacidad de influir y ser relevantes para los demás.
Autoestima, narcisismo sano y self cohesivo:
Las experiencias anteriormente descritas son las piedras angulares sobre las que se edifica nuestra autoestima. El self cohesivo, que viene a ser lo mismo, se caracteriza por:
- Vivencia profunda de que uno está compenetrado con lo que hace y no tiene sentimientos de extrañeza en sus vivencias. Se siente que lo que se desea es aceptado y no se experimentan contradicciones o dudas: En ese momento uno es lo que está haciendo, y no lo hace de manera mecánica ni en conflicto. Lo interesante no es tanto ese estado mental aislado sino la frecuencia con la que uno se siente así de cohesionado.
- Sentir que la iniciativa parte de nosotros mismos, que no actuamos bajo sumisión sino sobre motivaciones propias. Así, nos convertimos en “un centro de iniciativa independiente”.
- Somos una unidad corporal y mental: Uno puede sentir que no le gusta una parte de su cuerpo o un rasgo de su cará La disonancia con esa parte generará un sentimiento de fragmentación.
- Somos una unidad en el tiempo: Si uno está cohesionado puede reconocerse a lo largo del tiempo a pesar de los cambios. Puede ver lo que hacía antes y lo que hace ahora de manera global.
¿Cómo es el abordaje psicoterapéutico en este marco?
Para entender mejor el trabajo terapéutico, pensemos en la cohesión del self como una línea continua con dos extremos y muchos puntos intermedios. Esperamos que el estado del self sea relativamente cohesivo y que vaya acompañado de un sentido de totalidad, firmeza, armonía interna, vitalidad y de valor.
Cuando aparecen experiencias inadecuadas y crónicas están indicando una mayor probabilidad de psicopatología adulta. Las experiencias insuficientes generan un self vulnerable a la fragmentación, una experiencia afectiva rodeada de dolor y pensamientos asociados con “deshacerse en pedazos”.
Las experiencias de fragmentación pueden incluir fenómenos como desesperación creciente, rabia, afectos y acciones sin modular, funcionamiento deficiente de la memoria o la coordinación motora, confusión y pérdida del sentimiento de continuidad en el tiempo. Pueden oscilar desde la disforia a un sentimiento de desintegración o aniquilación.
Las experiencias moderadas de fragmentación son comunes, como sabe cualquiera que haya perdido las llaves dos veces en un mismo día. La fragmentación severa, sin embargo, es una experiencia altamente aversiva y en un esfuerzo por escapar de ese estado doloroso se pueden producir manifestaciones sintomáticas como el comportamiento adictivo.
La teoría de la psicología del self mantiene que las necesidades de objeto del self continúan a lo largo de la vida aunque maduren en la forma. Por ejemplo, uno puede sentirse especularizado al leer un libro cuyo autor capturó algunos elementos de la propia experiencia. La experiencia de sentirse escuchado de manera cuidadosa y conectado a un terapeuta que calma puede restaurar la cohesión del self.
Referencias:
Celis Sierra, M. (2008). Una psicoterapia dinámica con foco en el síntoma [Connors, M.E., 2006] Aperturas Psicoanalíticas. Recuperado de: http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=396