¿Por qué procrastinamos?
Dejar las cosas para más tarde es algo que hacemos de manera cotidiana, aunque hay personas que convierten esta conducta en un patrón estable. Podemos hablar entonces de procrastinadores que tienden a evitar sistemáticamente las tareas difíciles al tiempo que buscan distracciones de manera activa. Si crees que algo de esto tiene que ver contigo continúa leyendo, y si te animas, recuerda que la terapia psicológica online es una herramienta idónea para vencer cualquier barrera que tengas.
Se estima que 1 de cada 5 tienen este modo de afrontar las tareas y con frecuencia se ven sumidos en una espiral de emociones negativas que complica cada vez más encontrar una salida. Procrastinación y autocontrol son dos conceptos que van de la mano, aunque no son lo mismo. En muchas ocasiones dejar las cosas para luego tiene que ver con la motivación, las metas, las responsabilidades…
¿Qué nos hace procrastinar?
Aunque cada persona es única, podemos recopilar los motivos más comunes que encontramos en nuestra consulta de psicología en Atocha:
El perfeccionismo: En consulta con mucha frecuencia descubrimos que detrás de la procrastinación hay una persona extremadamente perfeccionista. Para ellas es preferible no abordar una tarea antes que abrir la puerta a que no salga bien. La preocupación por el rendimiento o los juicios de los demás pesan tanto que terminan por adueñarse de sus metas y aspiraciones. Las brechas en la autoestima suelen acompañar a este tipo de personas, por lo que recordamos estas 10 claves para mejorar tu confianza.
La euforia: Aunque está demostrado que en realidad no se trabaja mejor bajo presión ocurre otro fenómeno al que no prestamos atención: ese “por los pelos” que nos genera una sensación de euforia gratificante, nos satisface y refuerza el hábito. Además, cuando lo relacionamos con el perfeccionismo, encontramos que el haber tenido poco tiempo se convierte en una justificación si la tarea no cumple las expectativas, aliviando el malestar.
La predicción afectiva: Es creer que podemos adivinar cómo nos vamos a sentir en el futuro. Aunque suena estupendo, la realidad es que solemos fallar con mucha frecuencia. El ejemplo más claro lo tenemos en ese día que no hacemos deporte y nos sentimos mal por ello. Para aliviarnos pensamos que mañana tendremos mejor estado de ánimo y saldremos. Evitamos sentir las consecuencias y las emociones negativas por no haber salido y así aumentamos la posibilidad de que el ciclo se repita. Lo más probable es que mañana nos vuelva a no apetecer calzarnos, pero habremos aprendido una alternativa para no sentirnos mal.
Los valores personales: Cuando hablamos de motivación y esfuerzo, también estamos hablando de jerarquías y prioridades. A través de entrevistas y estudios comprobamos que los procrastinadores tienden a valorar más el disfrute personal, por lo que es más probable que se centren en tareas importantes para ellas antes que otras dirigidas a los demás.
Las etapas del desarrollo personal: En la adolescencia es muy frecuente ver cómo el posponer se convierte en la respuesta ante casi todo. Interviene el desarrollo biológico del cerebro que premia las gratificaciones con mayor intensidad y aún no es capaz de autorregularse como el de un adulto. Además, la procrastinación de los deberes y obligaciones es un instrumento asequible para separase de la autoridad parental, tan importante en esta etapa. Por si fuera poco, los adolescentes sobrevaloran en mayor medida su capacidad de trabajar bajo presión.
El autoengaño: Cuando vamos dejando las cosas para más tarde seguimos siendo conscientes de que están pendientes. A la tarea inicial que debemos hacer, se le suma el esfuerzo de lidiar con el estrés y la preocupación que nos genera esa “tarea abierta”. Le quitamos hierro pensando “no es tan importante”, “lo puedo hacer en 5 minutos” o “ahora no es el momento”.
Sus beneficios: Aparentemente diríamos que algo que nos hace la vida más difícil y a la larga supone una traba en nuestro camino no sirve para nada. La realidad es que como todo síntoma, éste también tiene una función. Por ejemplo, para las personas perfeccionistas sirve como protección ante el fracaso, el juicio o el autorreproche. Además, cuando se pospone una tarea difícil y larga generalmente se sustituye por otras más sencillas y cortas, lo que genera satisfacción y una falsa sensación de productividad
Las consecuencias de la procrastinación
Posponer las cosas alivia la presión en el momento pero a largo plazo tiene grandes consecuencias:
A nivel relacional supone un problema grande ya que la paciencia que tienen los demás con nosotros es generalmente menor de la que tenemos con nosotros mismos.
En lo que respecta a la salud física encontramos tendencia a posponer el ejercicio, las visitas al médico o aquellos hábitos saludables. Todo esto nos expone a enfermedades evitables.
Psicológicamente la procrastinación, así como la evitación y los pensamientos rumiantes son elementos muy claros de la depresión. Existe con frecuencia una clara dificultad para planificar el futuro acompañada de una sensación de incapacidad. Además, como el rendimiento académico y laboral es peor, las preocupaciones y dificultades añadidas pueden provocar estrés e insomnio.
¿Cómo vencer la procrastinación?
Para superar esta barrera necesitaremos de compromiso y esfuerzo. Además encontrar un psicólogo online es de gran ayuda para orientar la intervención: La activación conductual puede ser un primer paso para romper la espiral que implica la evitación de lo aversivo a través de la gratificación inmediata, la predicción afectiva y otros mecanismos. No obstante, es necesario explorar las cosas que nos hacen diferentes: El abordaje nunca será el mismo si las causas guardan relación con un estado depresivo, con un alto grado de perfeccionismo, con el miedo al juicio externo o con un déficit en el control de impulsos, por poner algunos ejemplos.
Algunos consejos generales:
Organiza las tareas en horarios y calendarios realistas: Pasar de 0 a 100 es muy difícil, pero puedes comenzar por proponerte metas a corto plazo. Pensar sobre cómo te gustaría que fuera la próxima semana es una buena forma.
Convierte algo trivial en algo personal: La motivación es crucial y muchas veces depende de cómo veamos cada situación. Trata de pensar qué obtienes con las tareas aunque éstas no te llenen.
Divide las tareas grandes en porciones más sencillas de acabar: A veces nos abruma el volumen de trabajo y no sabemos por donde empezar. Recuerda que el motivo de trabajar varios días a la semana es porque no se puede hacer todo en el mismo día. Lo importante es comenzar y continuar.
Limita las posibles distracciones: Trabaja sin conexión a internet, apaga el móvil, ve a una biblioteca a trabajar…
Piensa en ti: Ten en cuenta a “tu yo del futuro” y trata de empatizar con él. Imagínate lo que ganará si consigues vencer ahora estos obstáculos.