Hay que pensar la autoestima como un equilibrio entre al menos tres dimensiones:
- Representaciones de uno mismo: Creencias que se conforman a lo largo de la vida. Son variadas y van modificándose.
- Ambiciones e ideales: Son imágenes de lo que nos gustaría ser y las utilizamos para compararnos con ellas.
- Conciencia crítica: Supone la evaluación de las representaciones propias comparadas con los ideales.
La autoestima dependerá de cómo se equilibren estas tres dimensiones, aunque la más visible sea la severidad de la conciencia crítica: Alguien puede tener una gran representación de uno mismo pero si tiene una conciencia crítica muy severa nunca es suficiente.
Como la autoestima resulta de un equilibrio, encontramos que no es algo estático: En determinado momento puede fijarse un nuevo ideal, una nueva ambición que le haga desadaptarse a lo que uno es. De cara al tratamiento de la autoestima es muy importante tener esto en cuenta.
Tratamiento de la autoestima
Una intervención focalizada en la autoestima ha de prestar atención a los tres ejes que la componen. Analizar cual ellos tiene un mayor peso ponderado y comenzar por allí sin olvidar los otros dos. Explorar cómo se forman los ideales, de quién dependen las visiones de uno mismo, qué modelos hemos tenido, cuales son las expectativas que se han depositado en nosotros y un largo etcétera que varía con cada persona.